LA SOMBRA ABURRIDA
Volvía el leñador
hacia su cabaña después de una mañana de trabajo el bosque, cuando de pronto se
detuvo a observar su sombra, que acostada en el suelo, parecía observarle con
desgana.
El leñador levantó un
brazo, y la sombra imitó su movimiento. Luego levantó una pierna y la agitó en
el aire, y la sombra, fiel a su trabajo, repitió exactamente las mismas
acciones.
Bajando la pierna y
el brazo nuevamente, el leñador se quedó mirando a su sombra, y después de unos
instantes le dijo:
¡Ya podrías
sorprenderme algún día!
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