EL GRAN CANTANTE
Erase una vez un
hombre que sabía cantar con mucha dulzura. Él se ganaba la vida con la voz que
Dios le dio. Un día ese hombre le habló a Dios y le manifestó su deseo de
cantar mejor pues sentía que sus canciones no gustaban al público de la manera
que él deseaba. El cantante era amado por sus seguidores, mas algo le hacía
sentir que podía mejorar en sus actuaciones.
Dios mismo se le presentó
y así le dijo:
¿Sabes qué falta en
tu voz?
El hombre no sabía
qué responder.
¿Sabes qué le falta a
tu voz?
El hombre al fin
contestó:
No, mi Dios. Aunque
admito que es hermosa y mi público me ama, algo dice en mi interior que no
canto como debiera hacerlo.
A lo que Dios
respondió.
En verdad posees el
don de cantar muy bien y tienes buena voz, pero algo te falta.
El hombre, que
esperaba las explicaciones con impaciencia decía así.
Dime Señor, por favor
dime, ¿ qué le falta a mi voz ?
A tu voz nada le falta;
a tu oído nada le falta; a tu público le falta algo. Sentir que tu voz y tu
corazón cantan en armonía Cuando cantes, hazlo con amor. Llénate de Luz, eleva
tu espíritu y yo cantaré.
El hombre aprendió
que no es más afortunado aquel que posee la voz más hermosa que aquel que canta
con más amor.
Une el corazón y la mente, y cada acto se convertirá en acción
divina.
“Cuando mi corazón calle con la muerte, mi canción te seguirá
cantando con su corazón vivo”
(Rabindranath Tagore)
Teresa Grau Gabin - El cielo habla
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