EL ERMITAÑO
Un viejo ermitaño, se
refugiaba en la montaña para dedicarse a meditar y hacer penitencia.
Un día una persona le
preguntó:
¿Cómo puede tener tanto
trabajo si vive en soledad?
Él contestó:
“Tengo que entrenar a dos
halcones y a dos águilas, tranquilizar a dos conejos, disciplinar una
serpiente, motivar a un asno y domar a un león…
No veo ningún animal por
aquí, ¿dónde están?…
El ermitaño le dijo:
Estos animales que he dicho
los llevamos todos dentro;
“Los dos halcones, se
lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo, tengo que entrenarlos
para que se lancen sobre cosas buenas: Son mis ojos”.
“Las dos águilas con sus
garras hieren y destrozan, tengo que entrenarlas para que se pongan al servicio
y ayuden sin hacer daño: Son mis manos”.
“Los conejos quieren ir
donde ellos quieran, pretenden esquivar las situaciones difíciles, tengo que
enseñarles a estar tranquilos aunque haya sufrimiento, problema o cualquier
cosa que no me gusta: Son mis pies”.
“Lo más difícil es vigilar
la serpiente, está encerrada en una fuerte jaula, pero ella siempre está lista
para morder y envenenar a cualquiera que esté cerca, por ello tengo que
disciplinarla: Es mi lengua”.
“El burro es obstinado, no
quiere cumplir con su deber, siempre está cansado y se niega a llevar su carga
cada día: Es mi cuerpo”.
“Por
último necesito domar al león, quiere ser el rey, el primero, el vanidoso, el
orgulloso, se cree el mejor: Es mi EGO”.
Como
ve, tengo demasiado trabajo por hacer.
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