"Aquellos que viven atentos al instante presente podrán ser conscientes de la realidad y no morirán nunca; por el contrarío, aquellos que no viven atentos a lo que aparece y desaparece aquí y ahora, es como si ya estuvieran muertos"
Buda Shakyamuni



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71-CANTO GREGORIANO





CANTO GREGORIANO
 


El canto gregoriano es, en cierto modo, la raíz de la música europea.
La música religiosa tiene mucho que ofrecernos. Los mantras a ritmo de pop de los monjes tibetanos, los mantras de la compasión de la monja budista Ani Choying Dolma y la música devocional yoguica de Snatam Kaur.
 
Pero no sólo lo oriental puede elevarnos el espíritu, nuestra tradición europea cuenta con una joya musical cuyo valor sigue intacto desde el siglo VII: el canto gregoriano.
 
Como música sacra, el canto gregoriano, debido a un juego de armónicos, emite una vibración determinada a toda la caja craneal, favorece la producción de ondas cerebrales alfa y activa la glándula Pineal secretando endorfinas.
 
Además de estos beneficios fisiológicos, el gregoriano es para los monjes una forma de rezar, “un vehículo para hablar con Dios”. Como dijo San Agustín: “el que canta bien, ora dos veces“.
 
Para los laicos, estos cantos aportan paz, serenidad, consuelo, armonía y tantas sensaciones ausentes en el estresante y ruidoso mundo actual.
La música gregoriana es como un oasis en la vida moderna.
 
La audición atenta del canto produce de forma natural un equilibrio entre el cuerpo y la mente, nos fundimos con él olvidando el dolor, la tristeza, la agitación o la confusión. Entonces nos invade una profunda sensación de paz. La música y el sonido constituyen una forma sutil de alimento, ya que no sólo la comida nos nutre; también lo hacen el aire y las impresiones.
 
El sonido es capaz de dar forma a la materia y vida a los seres animados. La música que oímos es percibida por los centros emocional, intelectual y/o activo. La pronunciación misma de las consonantes y vocales provocan en el ser humano distintos efectos que modifican, incluso, su personalidad. El canto gregoriano da reposo y estabilidad, proporcionándonos algo mucho más importante: alimento para el corazón.
 
Actúa como protección frente a la embestida de los pensamientos menos positivos que se cuelan en nuestra mente cuando no estamos alerta. El canto equilibra la mente, las emociones y el cuerpo. Por el simple hecho de cantar, o bien de escuchar de forma activa, nos sentimos plenos y al mismo tiempo partes de un todo aún mayor.


 


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