"Aquellos que viven atentos al instante presente podrán ser conscientes de la realidad y no morirán nunca; por el contrarío, aquellos que no viven atentos a lo que aparece y desaparece aquí y ahora, es como si ya estuvieran muertos"
Buda Shakyamuni



Actividades periódicas: Charlas informativas - Intercambio de Reiki - Círculos de energía - Meditaciones guiadas, concierto de cuencos tibetanos, taller de tambor chamánico, etc.



62-CAMPANA ZEN



CAMPANA ZEN
 

Antes de que invites la campana a sonar (no se dice “golpear la campana”, no sería muy amable; se dice “invitar la campana a sonar”), tienes que inhalar y exhalar. Utilizas un pequeño poema para inhalar y exhalar profundamente:
 
Cuerpo, palabra y mente en perfecta armonía,
envío mi corazón con el sonido de esta campana.
Que todo el que la escuche despierte del olvido
y trascienda el sendero de la ansiedad y el dolor.
Cuando lees una línea, inhalas; cuando lees la siguiente, exhalas.
La lees en silencio, en tu mente. Después de que hayas leído estas cuatro líneas del poema, tú mismo te transformarás en calma y en solidez, y entonces tendrás el derecho de tocar la campana. Cuando invitas la campana a sonar, estás enviando tu amor, estás enviando tus saludos, estás enviando tu deseo a la gente que escuchará la campana.
Es por eso que invitar la campana, enviar el sonido de la campana a las personas de tu alrededor es una acción muy compasiva. No puedes hacerlo sin poner mucho de tu corazón en ello.
Cuando escuchas la campana, debes practicar la escucha profunda del sonido de la campana.
Escuchando la campana siento cómo las aflicciones en mí comienzan a disolverse.
Mi mente se calma y mi cuerpo se relaja. Nace una sonrisa en mis labios.
Siguiendo el sonido de la campana, regreso a la isla de la plena conciencia
y, en el jardín de mi corazón, las flores de paz nacen hermosas.
Invitar la campana a sonar y escuchar la campana puede producir energía de paz, alegría y solidez en ti. ¿Cómo puedes tener esta energía de paz, solidez y alegría? Solo tienes que practicar escuchar la campana.
 
(Extraído de una charla del Dharma de Thich Nhat Hanh, del 24 de diciembre de 1997)


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